martes, 15 de febrero de 2011

El caso Contador



Se ha confirmado la absolución de Contador por parte de la Federación Española de Ciclismo. En la federación consideran que no hubo intención de doparse por parte del ciclista. Queda ahora esperar lo que digan la Unión Ciclista Internacional y la Agencia Mundia Antidopaje. Teniendo en cuenta sus antecedentes, sería una sorpresa que ninguna de ellas recurriera la decisión de la federación. Sea como fuere, Contador, que estaba suspendido de forma cautelar desde agosto, puede volver ya a competir. Puede que lo haga mañana mismo, en el arranque de la Vuelta al Algarve.

Este asunto se ha encanallado desde el comienzo. Los organismos que vigilan la limpieza en el ciclismo han demostrado sobradas veces lo chapuceros, cuando no arteros, que son. En lo tocante a España, tampoco se puede decir que el asunto se haya solucionado con la diligencia que debiera: el proceso se demora varios meses, durante él el presidente de la federación dice creer en la inocencia de Contador, hay filtraciones constantes a la prensa, en un conato de decisión salomónica se propone una sanción de un año difícilmente justificable y finalmente se recula y se absuelve al corredor; incluso el presidente del gobierno y el del principal partido de la oposición, en un recurso pupulista propio de república bananera, han metido el hocico en el asunto para presionar a la federación.

En el ciclismo español hay desde hace años un serio problema con el dopaje. No es una opinión personal: basta con sopesar los datos. Los hechos demuestran que ha habido en los últimos diez años un elevado número de ciclistas de alto nivel que han dado positivo. Decir que la mayoría de los ciclistas corren con limpieza y que por eso el sistema funciona, es una verdadera memez; equivaldría a elogiar la convivencia en una ciudad ya que solo un 10% de sus ciudadanos son asesinos o violadores y el 90% gente honrada. Algo así es lo que ocurre en el ciclismo. Se mire como se mire, los positivos de corredores españoles son demasiados cuantitativa y cualitativamente como para poder decir que es un deporte limpio.

El caso de Contador es un caso poco frecuente de dopaje. Se ha detectado una cantidad muy pequeña de una sustancia que además no está entre las que los tramposos suelen elegir para doparse. Pasamos por alto las informaciones publicadas haces unos meses, en las que se hablaba del hallazgo de plásticos en la orina de Contador. El método no estaba homologado.

Contador dice que el clembuterol llegó a su sangre a través de un solomillo que le trajeron desde una carnicería de Irún y que comió en la víspera de la etapa del Tourmalet. De ser así, cometió una irresponsabilidad. El mejor ciclista del momento no puede comer alegremente lo que le apetezca justo antes de uno de los días decisivos de la temporada: tiene que tener controlado lo que come. Es más, no sería ninguna locura que guardara (tal y como se hace en los restaurantes, colegios o residencias) una muestra de aquello que ha comido en aras de poder demostrar una posible contaminación alimentaria.

El hecho de que la cantidad detectada sea tan pequeña puede ser considerado atenuente, sí, pero no es el hecho principal que se juzga. La detección significa dopaje, con independencia de la cantidad. Y corresponde al corredor demostrar cómo ha llegado allí esa sustancia. Pues bien, hasta donde se ha hecho público, la defensa de Contador no ha sido capaz de demostrar ese camino. ¿Cuál es la carnicería? ¿Dónde compra los solomillos? En España es ilegal proporcionar clembuterol a los animales, ¿por qué no han seguido la pista del clembuterol las autoridades sanitarias españolas? Si había clembuterol en la carne, es obvio que alguien ha cometido un delito.

Probablemente tenga razón Contador en que la norma sea obsoleta; pero es que él, al igual que todos los demás, estaba compitiendo con esas normas. La justicia no debería acomodarse a la circunstancia concreta del corredor; y los aficionados, periodistas en incluso políticos, deberían ser objetivos, algo que en España se estila bien poco. No me imagino a nadie escandalizado si el sospechoso fuera Andy Schleck.

En los próximos días veremos que deciden la AMA y la UCI. Si nadie recurre y es finalmente absuelto, me encantará verle subido de nuevo a la bici en el próximo Giro. Pero sigo creyendo que el caso va para largo.

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